La amabilidad puede definirse como un acto que resulta
caritativo, solidario o afectuoso con otras personas. Por eso engloba diversas
actitudes, como la simpatía, la generosidad, la compasión y el altruismo.
En una ocasión me encontraba de
aventuras por la Gran Sabana en Venezuela donde entre tantas cosas maravillosas
que pude percibir, conseguí una familia de indígenas que me dieron la mano a
pesar de sus carencias materiales y monetarias. Una noche llego con dos amigos
a un lugar que parecía ser un campamento, unos 20 autos a todo terreno posaban
junto a varias tiendas de campaña, toldos, mesas y cualquier artefacto que
simulara comodidad. Un escenario bastante
estentóreo si tomamos en cuenta la música que parecía venir de todos lados y el
sonido de las plantas eléctricas mezclarse entre los niños que jugueteaban con
un balón, todo esto daba la impresión de
un carnaval universal en medio de la nada.
La jornada había sido larga, nuestra intención era encontrar la manera
de cocinar ya que no teníamos muchas herramientas y sabíamos del peligro de
hacer una fogata en aquel inmenso parque nacional, buscamos un sitio cercano en
donde no podríamos ser observados, sin embargo uno de los indígenas nos
encontró, en ese momento pensamos que se nos vendría algún tipo de regaño, la
sorpresa fue que nos invitaron a cocinar junto a ellos. Aquello que vimos como
un escenario hostil se convirtió en todo un agasajo y compartir, terminamos
conociendo a David y su familia quienes
todos los años reciben a los turistas que visitan la zona, desde aquella ocasión
cada vez que estoy por allá procuro visitar a estas personas tan amables en la
vida.
Me enfrenté a una situación
similar al otro lado del mundo mientras visitaba Alemania; me encontraba específicamente
en la ciudad de Weimar, el ambiente era primaveral y la arquitectura del lugar
te transportaba muchos años atrás, o bien, parecía un sitio detenido en el
tiempo. Conocí a 2 personas de origen africano, Catherine de Zimbabue y Kola de
Nigeria, aquella tarde visitamos varios sitios de interés pero los 3 debíamos
estar de vuelta en la estación de tren para embarcarnos en destinos diferentes,
el problema surgió cuando en mi ticket de abordaje había unas especificaciones
especiales las cuales al estar escritas en alemán eran casi imposibles de
interpretar por nosotros. El final de esta historia es que obviamente el
mensaje fue descifrado, encontramos la manera, en principio era mi problema
codificarlo, aunque la situación suene simple involucró la unión de varias
personas de distintas nacionalidades en un solo punto. Algo que yo llamo una
especia de amabilidad universal.
Es posile encontrar un mundo sin prejuicios y de personalidades más amables |
Expresar amabilidad no es tan fácil
como se piensa, es un sentimiento que vive de manera espontánea, no
precisamente depende de cómo te levantes un día o que tan amable se quiera ser.
Es un proceso que surge de una necesidad o situación no planeada. Ante esta
breve definición se me viene a la cabeza la ocasión en la que me encontraba en
el Aeropuerto Rey Khalid en la ciudad de Riad, capital de Arabia Saudita. Llevaba más de 24 horas entre vuelos y
escalas internacionales y debía esperar unas 8 horas más, antes de tomar el avión
que me llevaría a mi destino final Jeddah, dentro del mismo país.
En ese momento a
pesar de la diferencia horaria y el cansancio del viaje debía encontrar la
manera de comunicarme y manifestar que todo iba bien; sin embargo me sorprendió
ver que en aquella enorme estructura aeroportuaria el internet no era libre, o
bien si lo era, pero para ello necesitabas un móvil local donde recibias una
clave especial.
Me puse a meditar
en qué hacer con tanto tiempo libre, temía quedarme dormido o perder el vuelo y
sinceramente también me daba algo de pavor la gente árabe, por ello, algo tenía
que mantenerme despierto. Luego de un rato de cortas caminatas por el lugar se
me ocurrió pedir ayuda, eran las 2am y la terminal de los vuelos locales estaba
prácticamente vacía, a lo lejos vi que un empleado ponía orden y limpiaba los
alrededores; dentro de mi pensé, que va a saber un empleado de limpieza sobre
los idiomas. Sin embargo no descarté que este pudiese ayudarme, planeaba
mostrarle el mensaje de la red en su lengua original, al menos en árabe él podría
entender algo de lo que necesitaba y junto a un incesante juego de mímicas quizá
la situación sería solventada.
Mi asombro fue
total cuando vi que este podía expresarse en inglés y sin problemas, a pesar de
que no sabía ni siquiera dónde quedaba Venezuela, me prestó su colaboración y
mediante un móvil consiguió la clave que necesitaba para obtener acceso libre a
internet, e incluso más tarde me regaló un sándwich y un poco de té. Sin duda
una gran lección de amabilidad que tiró por la borda todos los prejuicios que
había tejido hasta el momento.
Ese día y todos
los días aprendo que no existen fronteras geográficas ni barreras idiomáticas para
demostrar tu integridad y amabilidad, basta con solo observar nuestro alrededor
y detectar cientos o miles de personajes que sin ningún tipo de interés prestan
su ayuda y muestran un pedazo de lo que son sin importar lo que tengas tu por
demostrar, seamos amables y agradecidos con nuestro entorno.