Ella llevaba un
sencillo pantalón azul y unos pequeños botines que hacían juego con su oscuro
abrigo, en su mano derecha un anillo adornado con una lisa y brillante piedra gris, y en su cuello un collar con la figura de un gato. Su cabello natural y castaño ondeaba al ritmo de su paso; en ese
momento pensé: ¡Wao!, hasta corriendo se ve bella.
Habían pasado 30
minutos de espera. Mientras ella me explicaba los pormenores de su tardía
entrada;...